Concretamente
aquí se hace referencia a una pintura al óleo creada en el siglo XVII, de autor
anónimo, donde aparece Moctezuma Xocoyotzin. De tamaño natural, mide 185 x 100,
su “lectura” en los detalles, símbolos y composición inducen a mirarla con
atención, pues ese emperador mexica es aún el blanco favorito de juicios y
denostaciones inacabables. Simple: ¿existe alguna escultura importante de él?
Contrario a lo
que se piensa comúnmente, en el inicio de la Colonia, Moctezuma fue el
referente por excelencia del nacimiento de la Nueva España por su declinación
al poder y cederlo a la monarquía hispana. Hernán Cortés es el primero en
hacerle ese reconocimiento, y así es porque así fue. Este tema y
controversia están suficientemente documentados en la historia.
La fácil cesión
del reino mexica al rey de España, enseguida produjo el enfrentamiento
final entre los guerreros mexicas contra el ejército invasor y sus aliados
indígenas, enfrentamiento que se concretó el 13 de agosto de 1521. En junio de
1520 Moctezuma había muerto por una pedrada, dicen, de un indígena de su tribu
al afrontar el monarca el enojo de los mexicas que repudiaban su docilidad ante
los españoles. Otra versión señala el vil asesinato con la firma de Hernán
Cortés. El rango del monarca mexica y su subordinación hicieron ponderar su
imagen en la época novohispana al mostrarlo como admirable y digno. Tanto, que
la continuidad del gobierno por los indígenas nobles, como caciques y bajo el
mando monárquico, siguió hasta las vísperas de la Independencia de México y una
buena parte de los parientes de la clase gobernante mexica que se fue a España
en ese tiempo, sus descendientes todavía forman parte de la nobleza
española.
La pintura a la
que se hace referencia, por la preponderancia que tuvo Moctezuma para los
españoles, está imbuida de matices que muestran la dirección y estricto control
que sobre las imágenes se ejerció en la época colonial. Control que se
ejecutaba con propósitos políticos y, sobre todo, en los temas
relacionados a la religión.
En la figura de
Moctezuma y su sumisión se interpretaba la sorprendente obediencia, aunque
inconsciente, al mandato de Dios para fundar en estas tierras la
nueva Jerusalén para difundir la fe cristiana. Cualquier oposición se combatió
con la fuerza de las armas; la conquista estaba justificada bajo el designio de
la voluntad divina, arguyeron. No en vano en el escudo del Santo Oficio aparece
un brazo con armadura sosteniendo una cruz que, se completa con la espada y la
rama de olivo.
La pintura tiene
la referencia “EL MONARCA MONTESUMA”
Foto del autor en la exposición “Yo, el rey” en el MUNAL,
2015
El origen de la pintura es incierto,
para empezar se desconoce al autor. Se supone del siglo XVII. Existe una vaga
referencia de don Isidro Gondra, en 1844 era director del Museo Nacional, que
aseguró que un retrato semejante colgaba del salón de los notables en el Técpan
de Santiago Tlatelolco. Recordemos que ese lugar estaba gobernado por
caciques indígenas, sin duda descendientes de Moctezuma y Cuauhtémoc.
La cita anterior
y todas a las que se puedan hacer referencia proceden de una sola fuente, la
del doctor Jaime Cuadriello, historiador del arte. La profundidad de su genio y
la sutileza de sus observaciones son insuperables para entender el contexto
ideológico de la pintura en dos obras:
El imperio sublevado: Monarquía y Naciones en España e Hispanoamérica. Coordinación de Victor Mínquez. MOCTEZUMA A TRAVÉS DE LOS SIGLOS, JAIME CUADRIELLO. pp. 95-122. Madrid. Consejo de Investigaciones Cientificas. 2004. (https://alcolonial.files.wordpress.com/2013/09/cuadriello-moctezuma.pdf).
Los Pinceles de
la Historia. El Origen del Reino de la Nueva España. 1680-1750. EL ORIGEN DEL
REINO Y LA CONFIGURACIÓN DE SU EMPRESA. EPISODIOS Y ALEGORÍAS DE TRIUNFO Y
FUNDACIÓN, JAIME CUADRIELLO. Museo
Nacional de Arte. Patronato del MUNAL A.C. INBA. México 1999. Pp. 51-107.
En resumen, nos
hace observar la actitud sumisa, deprimente y casi llorosa de Moctezuma en el
acto de declinar su bastón de mando hacia el piso, donde sobre una charola de
plata está su corona imperial (cópil), tocada con el águila sobre el nopal.
Sobre su pecho hundido coloca la mano derecha sobre su corazón en insinuación
de jura. Ahora porta la corona española de los Austria con un águila bicéfala.
El pectoral estilo romano y los arreos de su vestimenta, incluidos el cinto con
la macana y sus sandalias, son de oro. La capa y el cortinaje rojo son a
semejanza de las imágenes del poder monárquico europeo. Original solo es el
faldellín de plumas.
La pintura en sí
misma es un mensaje que transmite que la toma de poder bajo el mandato del rey
español, estuvo avalado por la voluntad de Moctezuma. Esa percepción otorgaba
una especie de expiación a los españoles por los actos de barbarie cometidos
durante la conquista, pero para los indígenas debió causar un sentimiento
contrario al ver a su monarca constreñido y más contemplar que el símbolo que
identificaba la fundación de su patria y propio de su raza, el águila sobre el
nopal y que usaba Moctezuma en su cópil, estaba en el vil suelo.
Una ilustración
similar se puede ver en la lámina 20 del Lienzo o Códice de Tlaxcala, donde un
soberbio Hernán Cortés, montado a caballo, levanta una cruz y en la otra
mano su lanza, tiene por delante y en atropello a Moctezuma con grilletes
en los pies. La Malinche se ve festiva y enarbola un banderín donde
se ve la torre de un castillo que se identifica con Tenochtitlán, por el tunal
sobre la piedra. El monarca mexica vence su estandarte también hacia el
suelo, donde se encuentran su macana y corona partidos en dos.
Lámina 20 del Lienzo o Códice de Tlaxcala. Foto tomada de la Internet.
A la desaparición de los poderes de gobierno que ejercían los indígenas nobles caciques en la Nueva España y por efecto de la Independencia de México, el óleo en cuestión no dejó rastros, pues todos los archivos y menaje pasó al poder del Ayuntamiento de la Ciudad de México. A mediados del siglo pasado reapareció en las colecciones de una galería francesa de arte surrealista, donde duró varias décadas y de ahí se recuperó para regresar a nuestro país bajo la propiedad de particulares.
Quizá la
baja estima hacia la figura de Moctezuma, que sigue siendo la costra que cubre
los estigmas producidos por la conquista española, sea la causa por la que el
mismo gobierno y sus cultos nunca hayan mostrado interés por esa obra. En los
últimos años la pintura de Moctezuma se ha mostrado en tres exposiciones
de arte (Museo del Templo Mayor, Museo Nacional de Historia y el Museo Nacional
de Arte). Incluso, la nulidad de ese interés se hizo más patente pues en al año
2012 esa obra, con otras de arte latinoamericano, fue vendida por una
galería neoyorquina en la cantidad de 1.65 mdd.
En la última
exposición, bajo el título de “Yo, el Rey”, en el MUNAL, donde se hizo un
acopio de todos los monarcas que ha tenido México, incluidos todos los reyes
españoles (en una especie de añoranza), junto a la obra en referencia de
Moctezuma, se agregó una fotografía de una tomografía que se le realizó a esa
pintura, donde se nota que bajo esos trazos existen otros que revelan que fue
modificada.
Foto del autor en la exposición “Yo, el Rey”, en el MUNAL, 2015
Retomando nuestro título, la imagen
como arma de manipulación, y los trazos que se ven en la citada tomografía, dio
pábulo para hacer una reconstrucción hipotética de cómo era el original. Sin
duda, por el resultado obtenido, se encuentra la razón de su modificación, pues,
como se mencionó antes, toda obra civil o religiosa era sometida al escrutinio
de las autoridades virreinales.
En esa imagen
Moctezuma aparece con la cara levantada, la espalda recta, la mano derecha
sobre su macana, (macahuitl). Lleva puesta la corona (cópil), que en la
recomposición aparece en el suelo. La mano derecha, por lo que se ve en
unos trazos grotescos, lleva una charola con dos llaves. Era costumbre muy
europea que al cederse o dar la bienvenida a un monarca o dignatario de otra
entidad, se ofrecieran las llaves de la ciudad, como ahora.
Ese detalle, por ser poco convincente, no se realizó.
La primera versión de la pintura se
confrontó, seguramente, con los preceptos de los mensajes que debían tener las
imágenes en que sólo el poder monárquico se debe mostrar. Moctezuma, de aquella
manera, parecía insumiso. Habría que evitarlo y recomponer la imagen a modo.
Este óleo con el
trazo original de la obra que se conservaba en el Tecpan de Tlatelolco, era ya
el único reducto en que se anidaba algo de la legitimidad y dignidad
mexica. Poco duraría ese trazo majestuoso y real al mostrar a un Moctezuma
orgulloso, diferente al personaje resignado que se contempla ahora. Quizás este
detalle del original revalore no solamente esa pintura de Moctezuma sino
también la percepción histórica que de él se tiene y que el anónimo pintor
quiso dejarlo manifiesto.
Ilustración de la reconstrucción hipotética de una pintura de
Moctezuma por el autor.
Ardán Carlo Montiel Jiménez
Ciudad de México, Abril del 2016.
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