I
El Escudo de la Ciudad de México
El 4 de julio de 1523, el rey español Carlos
V concedió por “Cédula Real” a los vasallos españoles de “la Gran Ciudad de
Tenoxtitlán-México un escudo de Armas y Divisas, que trajesen en sus Pendones”.
Casi dos años antes, el 13 de agosto de
1521, Hernán Cortés y su ejército, con
el apoyo de miles de indígenas, vencieron a la última posición de las huestes mexicas al mando de Cuauhtémoc. Nacía La Nueva España
bajo el yugo español. Ese escudo es el que
actualmente se sigue usando en nuestra ciudad. No obstante y a pesar de
las guerras por la Independencia, la Revolución, con todas sus confrontaciones
y enfrentamientos civiles, a las que se suman las invasiones de Estados Unidos
de Norteamérica y Francia, ese escudo sigue vigente como si se desconociera su
origen, razones y motivos de los
elementos heráldicos que contiene y que indican derrota, sometimiento y
esclavitud.
Si hablamos de la Nueva España, cabe destacar
que ese nombre se lo puso Hernán Cortés a la ciudad vencida de
México-Tenochtitlán. Él mismo se lo menciona al rey Carlos V en su Segunda Carta de
Relación del 30 octubre de 1520:
Por lo que he visto y comprendido de la
similitud que toda esta tierra tiene a España, así en la fertilidad como en la
grandeza y fríos que en ella hace, así como en muchas otras cosas que la
equiparan a ella, me pareció que el más conveniente nombre para esta dicha tierra
era llamarse La Nueva España del Mar Océano; y así, en nombre de vuestra
majestad se le puso aqueste nombre. Humildemente suplico a vuestra Alteza lo
tenga por bien y mande que se nombre así. (Subrayado mío).
¿Por qué la Ciudad de México sigue inclinada ante
una “cédula real” española para identificarse con ese escudo, más aún cuando
esa orden obedeció cuando era una colonia y es un signo de yugo y vasallaje?
Simplemente no es entendible ni congruente. Aquí se hace un simple comentario
que sirva como reflexión, citando las fuentes de su origen y las diversas
circunstancias que se dieron a ese respecto a través del tiempo. La mayoría de
los Estados de la República Mexicana tienen aún y usan este tipo de escudos,
incluidas algunas provincias más pequeñas.
La simbología heráldica del escudo de la Nueva
España, muestra los elementos que para la monarquía de aquel tiempo fueron
válidos: designan y hacen alarde del triunfo y la sumisión sobre el imperio
derrotado. A partir de la Independencia de México, por lógica, debió perder esa
vigencia. ¿A qué se deberá el que aún se conserve? No existe respuesta o
argumento posible que lo justifique.
Observemos un poco: la
torre al centro es y simboliza la ciudad de Tenochtitlán; las tres grandes
calzadas que había (las que iban a Iztapalapa, Tacuba y al Tepeyac) se
representan con tres puentes; la torre y los puentes están rodeados por el lago.
En la orla del escudo, aparece Tenochtitlán, que hace referencia al glifo
topónimo por excelencia de ese lugar, un
frondoso nopal que ahí aparece despedazado en diez artejos. El punto fuerte del
escudo está en los dos leones rampantes, símbolos de poder que clavan sus
garras en la torre, como una designación de dominio, triunfo y sometimiento. En
la descripción literal de la “real cédula” se lee: …que hazga con la uñas en
dicho castillo, de manera, que tengan los pies, en el puente, y los brazos en
el castillo, en señal, de la Victoria, que en ella hubieron los dichos
Cristianos…Esta descripción de la
intención en su contenido es bastante clara y no deja lugar a dudas, por más
que quiera idealizarse benignamente su mensaje visual.
Actual logo del Escudo de la Ciudad de México |
El origen de este blasón data del año de 1523 en que fueron dos
procuradores, Francisco de Montejo y Alonso Fernández de Portocarrero, a las
Cortes Españolas llevando en nombre del Consejo,
Justicia, Regidores, Caballeros, Escuderos, Oficiales y Home-Buenos de la gran
ciudad de Tenoxtitlán una petición al rey para que se le otorgara un escudo de
armas a la Nueva España. El escudo de armas, como se mencionó al principio, se
concedió por Real Cédula el 4 de julio de ese año y era privativo para la
ciudad capital y no de todos los
territorios de la Colonia. En la real cédula se mencionan los antiguos nombre
de Tenochtitlán y México para designar el escudo a la Nueva España. El de
México siempre persistió. El de Tenochtitlán se perdió desde entonces
oficialmente y pasó a segundo plano. El escudo que se concedió fue para
designar a la Nueva España en la época colonial. Confusamente se sigue usando
para la actual Ciudad de México.
La “Real Cédula” de Carlos V dice:
Don Carlos, por la Gracia de Dios, Rey de
Romanos Emperador. Semper Augusto, y Doña Juana su Madre, y el mismo Don
Carlos, por la misma Gracia: Reyes de Castilla de León, de Aragón, de las dos
Sicilias... en nombre de Vos, el Consejo, Justicia, Regidores, Caballeros,
Escuderos, Oficiales y Hombres buenos, de la Gran Ciudad de Tenoxtitlán-México,
que es, en la Nuestra Nueva España, que es fundada, en la Gran Laguna, nos
hicieron relación, que después, que la dicha Ciudad, fue ganada, por los
Cristianos españoles, Nuestros Vasallos; en nuestro Nombre, hasta ahora no
habíamos Mandado, dar, y Señalar Armas, y Divisas, que trajesen, en sus Pendones,
y pusiesen en sus Sellos, y en otras, partes, donde las Ciudades, y Villas, de
estos Reynos las acostumbran poner y traer, y nos suplicaron, por Merced;
diésemos, y señalásemos Armas, para que trajesedes, en los Pendones, de la
dicha Ciudad, y se pusiesen, en su sello; y en las otras Cosas, partes, y
lugares, donde fuese necesario; y Nos, considerando, como la dicha Ciudad, es
tan insigne, y Noble, y el más principal Pueblo, que hasta ahora, en la dicha
Tierra, por Nos, se ha hallado Poblado; que esperamos, que será, para Servicio de
Nuestro Señor, y enzalzamiento de su Santa Fe Católica, y honra, y
acrecentamiento, de Nuestros Reynos, acatando los trabajos y peligros, que en
ganalla, los Cristianos españoles, Nuestros Vasallos han, pasado, y sus servicios,
y porque, es cosa justa, y razonable, que los que bien sirven, sean honrados y
favorecidos de sus Príncipes; por la mucha voluntad, que tenemos, que la dicha
Ciudad, sea más…
Para luego proseguir con su descripción:
Que tengan por sus Armas conocidas un escudo,
azul, de color de Agua, en señal de la Gran Laguna, en, que la dicha Ciudad
esta edificada, y un Castillo, dorado, en medio, y tres Puentes de Piedra de
canteria, y en que van a dar en el dicho castillo, las dos, sin Llegar a él, en
cada una de las dichas dos Puentes, que han de estar a los lados, un León
Rampante, que hazga con la uñas en dicho castillo, de manera, que tengan los
pies, en la puente, y los brazos en el castillo, en señal, de la Victoria, que
en ella hubieron los dichos, Cristianos, y por la Orla, Diez hojas de Tuna,
verdes, con sus abrojos, que nacen, en la dicha Provincia en Campo Dorado; en
un Escudo a tal como éste, las cuales Armas y Divisa, damos a la dicha Ciudad,
por sus Armas conocidas, por las que podáis traer, poner, e trayais, é pongais,
en los Pendones, y Sellos, y Escudos, y Banderas, de ella, y en otras partes,
donde quisiederes, y fueren menester; e según e como e de la forma y manera,
que las traen, y ponen las otras ciudades, de estos dichos nuestros Reinos de Castilla,
a quien tenemos dado armas... Dada en la Villa de Valladolid, a cuatro días del
mes de Julio; Año del Nacimiento de
Nuestro Salvador Jesucristo, de mil e quinientos veinte e tres años. Yo el Rey.
El sentido común redunda en que se usa en la actualidad un blasón emitido por
“cedula real” del rey Carlos V en el año de 1523, pero para la Nueva España
colonial. Hoy, muy lejos de esa época, la orgullosa capital de la República
Mexicana, el Distrito Federal, Ciudad de México, sigue inclinado ante el
mandato de la monarquía española para representarse con el mismo escudo.
Cruz de Borgoña con escudos de La Nueva España, Siglo XVII
Museo Castillo de Chapultepec. 1.30 x 1.28 M.
|
Detalle |
En 1808 la monarquía española ya daba signos
claros de decadencia. Bajo la presión de los actos bélicos de Napoleón
Bonaparte en Europa y una España invadida, se reunieron los españoles en Cádiz
para determinar cómo enfrentarían la situación. El rey Carlos IV, pusilánime y
débil de carácter había dimitido por presiones a favor de su hijo Fernando VII,
que la regresó su padre por intrusión de Napoleón. Devuelta la corona a Don
Carlos, siempre timorato, abdicó a favor de José Bonaparte. Don Fernando se
conservó cómodamente preso en un palacete en Ballona, Francia. Los súbditos
leales de España y de las colonias en América, resolvieron formular una
constitución para gobernar en nombre de su rey y en espera de él. Se reunieron
en Cádiz de donde salió una Constitución que moderaba la monarquía y otorgaban igualdad
a los habitantes de los dos hemisferios. En sus propuestas se reconsideraban
los signos de poder que se exhibían en las colonias, pues se buscaba un efecto
de reconciliación general para conservar las colonias y la paz en los
habitantes de los dos hemisferios. Además, en la Nueva España y el resto de
América ya habían iniciado los movimientos de Independencia y necesitaban
mostrar benignidad e igualdad, modificando el sometimiento y vasallaje brutal que
se vivía con las monarquías despóticas y
absolutistas. El 26 de mayo de 1813, promulgaron un decreto que decía:
Las
Cortes generales y extraordinarias, accediendo a los deseos que les han
manifestado varios pueblos, han tenido a bien decretar por regla general lo
siguiente: Los Ayuntamientos de todos los pueblos procederán por sí, y sin
causar perjuicio alguno, a quitar y demoler todos los signos de vasallaje que
haya en sus entradas, casas capitulares, o cualesquiera otros sitios, puesto
que los pueblos de la Nación española no reconocen ni reconocerán jamás otro
señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo no sufriría tener a
la vista un recuerdo continuo de su humillación. (Subrayado mío).
Ese decreto hacía referencia también a ese
escudo que reflejaba esa humillación. Entre esos signos estaban así mismo las
horcas y picotas colocadas en las plazas principales para intimidar a la
población. Se incluía, de manera natural, la insultante y petulante festividad
del Paseo del Pendón que se llevaba a cabo cada 13 de agosto. Algunos de esos
signos, sin duda, desaparecieron y otros perduraron.
La gran inestabilidad política en España por
la invasión francesa y su liberación, sumado el regreso al trono de Fernando
VII y el proceso de la Independencia de México, causaron un ofuscamiento mayor
al instaurarse nuevamente el despotismo monárquico al desconocerse la
Constitución de Cádiz por don Fernando y la conmemoración del Paseo del Pendón
siguió celebrándose y mantuvieron
se los signos de poder.
Estandarte
de la Ciudad de México, Siglo XVII
Museo del Castillo de
Chapultepec. 0.63 x 0.76 x 0.95 M. |
Detalle |
El
escudo de la Nueva España como insignia propia, se colocaba preponderantemente en
el Palacio Virreinal y en el del Ayuntamiento,
precedido siempre del Pendón Real que representaba al rey personificado. Con la
desaparición parcial de esos símbolos por aquel decreto, algunos quedaron y se
conservaron por costumbre o inopia. Entre los que permanecieron, se conservó uno en el lugar donde
necesariamente recurría la gente en común: en la fuente del Salto del Agua.
Llegaba el caudal de los manantiales de Chapultepec por medio de un acueducto
montado sobre sólidos arcos de los que aún existen algunos.
La
fuente antigua en el Museo del Virreinato
En Tepotzotlán. Estado de México. |
Fuente del Salto del
Agua aproximadamente en el año 1910. Fotografía pintada a mano. Origen: Memoria Urbana |
Si observamos bien esta fotografía
se nota que en la parte central no aparece el escudo de la Nueva España.
Esto se debe a un hecho que debe mencionarse y que es una referencia al tema
que tratamos. En al año 1823, recién la consumación de la Independencia de México, parte del ejército español se atrincheró
en Cuba y desde San Juan de Ulúa cañoneaban el Puerto de Veracruz, pues
persistían en la reconquista de su antigua colonia. La actitud de Fernando VII,
el desconocer la Independencia de México y la presencia de sus tropas en Cuba y
San Juan de Ulúa, provocaron en la población un violento sentimiento
antiespañol que finalmente suscitó que fueran expulsados del país. También se
procedió a destruir o borrar el escudo de la Nueva España donde se encontrara.
Uno de esos lugares fue el que tenía la Fuente del Salto del Agua.
Detalle de la antigua fuente. |
Por si fuera poco, sumado a esa destrucción y los daños por la humedad,
la fuente referida recibió los efectos de los cañonazos en los funestos días de
la Decena Trágica en el año de 1913.
La fuente del Salto del Agua con los daños de la Decena Trágica. Origen: Google Imagenes |
El deterioro de ese monumento se remedió en 1946 cuando la fuente fue
sustituida totalmente por una admirable réplica del escultor Guillermo Ruiz. La
anterior, como se mencionó, fue llevada al Museo del Virreinato.
Fuente del Salto del Agua actual. |
Detalle |
Otro escudo igual existía en el remate del frontispicio de la iglesia de
San Hipólito, donde se celebraba el Paseo del Pendón cada 13 de agosto, fecha
en que el ejército español sufrió una cruenta derrota por los mexicas. Llegó a
llamarse la Plaza de los Mártires (españoles, muertos en esa batalla).
Iglesia
de San Hipólito
|
La
iglesia de San Hipólito fue llamada así porque fue el día de ese santo cuando
se ganó la batalla final contra los mexicas: 13 de agosto de 1521 en Tlatelolco.
Dos años antes Hernán Cortés sufrió ahí una gran derrota por los indígenas:
festejar su victoria donde perdió antes, se le hizo justo.
Remate del frontispicio de la iglesia de San Hipólito. |
Con esa observación, se hace una reconstrucción hipotética:
Estado actual de remate del frontispicio de la iglesia de San Hipólito. |
Reconstrucción
digital hipotética del escudo de la Nueva España.
Remate del
frontispicio de la iglesia de San Hipólito. |
El
escudo de armas de Hernán Cortés es muy
similar al de la Ciudad de México por el contenido de los signos heráldicos que
hacen referencia a la conquista de los mexicas y su imperio de una manera más
explícita y detallada, en un discurso
visual icónico ligado de manera centralista y personal a Hernán Cortés vinculado
a la monarquía hispana.
El
escudo muestra la soberbia, el poder de la fuerza, el efecto y carácter de la
conquista (en nombre de dios, desde luego). Sus símbolos demuestran arrogancia y jactancia (sinónimos
con su tónica puntual), que resumen orgullo, altivez y petulancia con un dejo
de insolencia (sentimiento natural de un conquistador), pero como un leal súbdito
y cortesano.
Hernán
Cortés solicitó casas, vasallos y blasones al rey como recompensa y retribución
por los logros obtenidos en su empresa. Solicitud que se le concedió en Madrid
el 7 de marzo de 1525. Su escudo tiene en el primer cuartel, en color sable, el
símbolo del Emperador Carlos V que era el águila bicéfala plateada del Sacro
Imperio Germánico, blasón de la familia Habsburgo. Era necesario que quedara
patente la reciprocidad entre el emperador y el conquistador.
En
el segundo cuartel están tres coronas en
oro en campo de sable que representan a los tres gobernantes mexicas con que Cortés
trató: Moctezuma II, (su miedo y exceso de confianza produjeron un sometimiento
que facilitó su caída). Cuitláhuac, rebelde y receloso, enfrentó a los
españoles y un aliado bacteriológico impensable de los hispanos lo mató: la
viruela. Y Cuauhtémoc, el último guerrero que se le enfrenta hasta el exterminio
de su ejército. Como sobreviviente vencido, causa temor y es asesinado vilmente. En
otro de los campos está un león de oro, símbolo de la “fuerza, constancia y
valor”. En el cuartel inferior izquierdo aparece la ciudad vencida: Tenochtitlán
bordeada con su laguna.
Alrededor
de la orla del escudo aparecen las cabezas encadenadas de los caciques más
importantes que también se derrotaron y subyugaron: Tacuba, Coyoacán,
Iztapalapa, Texcoco, Chalco, Xochimilco, Tlatelolco y Churubusco.
El
“privilegio de armas” con el que se le dotó su escudo, dice así:
[... traher por vuestras armas propias y
conocidas un escudo que en el medio del a la mano derecha en la parte de arriba
aya una aguila negra de dos cabezas en campo blanco que son las armas de
vuestro ymperio y en la otra meitad del dicho medio escudo a la parte de abaxo
un león dorado en campo colorado en memoria que vos el dicho hernando cortes y
por vuestra yndustria y esfuerzo truxistes las cosas al estado arriba dicho y
en la meytad del otro medio escudo de la mano yzquierda a la parte de arriba tres
coronas de oro en campo negro launa sobre las dos en memoria de tress Señores
de la gran cibdad de tenustitan y sus provincias que vos vencistes que fue el
primero muteccuma que fue muerto por los yndios temendole vos preso y cuetaoacin
su hermano que sucedio en el señorio y se rrevelo contra nos y os echo de la
dicha cibdad y el otro que sucedio en el dicho señorio guatemucin y sostubo la
dicha rrevelion hasta que vos le vencistes y prendistes y en la otra meytad del
dicho medio escudo de la mano yzquierda a la parte de abaxo podais traher la
cibdad de tenustitan armada sobre agua en memoria que por fuerza de armas la
ganastes y sujetastes a nuestro señorio y por orla del dicho escudo en campo
amarillo siete capitanes y señores de siete provincias y poblaciones que estan
en laguna y en torno della que se rrevelaron contra nos y los enastes y
prendistes en la dicha cibdad de tenustitan apresionados y atados con una
cadena que se venga a cerrar con un candado debaxo del dicho escudo y encima
del un yelmo cerrado con su tinble en un escudo atal [...]
Esos
escudos, el de la Nueva España y el de Hernán Cortés y otros, están en los paños del soportal del antiguo edificio
del Ayuntamiento de la Ciudad de México.
El
que se siga usando el mismo escudo que representó a la Nueva España por Cédula
Real, ahora no es funcional y carece de sentido y vigencia. Se debe
reflexionar. Habrá quien sienta que esta exposición radicaliza algún
resentimiento antiespañol xenófobo; tendencias mexicanistas exageradas,
tampoco. He leído páginas en internet que consideran que México nace y es
creación española y reniegan hasta la abominación de las culturas indígenas.
Otras argumentan que Hernán Cortés es el padre de la patria y del mestizaje.
Algunas, al revés, quieren prevalecer el indigenismo sobre la conquista como un
acto de barbarie del que hay que emanciparse y exaltar por sobre todo, lo
indígena. Existen otros radicalismos que parecen insalvables.
No
se comenta lo religioso por ser un tema de más atención y más amplio. Lo que sí
es innegable es que la lengua, la cultura, la arquitectura civil y religiosa y
tantos elementos de lo que hoy es México, son herencia de la época colonial.
En
la época de la colonia, Puebla,
Guadalajara, Campeche, Zacatecas, Mérida, Durango, Sal Luis Potosí, Pátzcuaro, Querétaro,
Oaxaca, Valladolid, Orizaba, Ciudad Real (hoy Las Casas, Chiapas), Texoco,
Tepeaca, Atlixco, Tlaxcala, Veracruz y Jalapa, entre otra ciudades y Villas, también
recibieron escudos de armas concedidos
por la monarquía española y aún los conservan. Aquí sólo se comenta el de la
Nueva España. Respecto a este tema, en el Primer Congreso Nacional Mexicano se decretó
el 21 de marzo 1825 que: “Las Villas, Ciudades de los Territorios y Distrito
Federal que carezcan del escudo de armas o que lo tengan con jeroglíficos
alusivos a la Conquista o Dominación Española, propondrán al Congreso General
para su aprobación, el que más le acomode, con tal de que blasone laudable
origen”.
En
el Distrito Federal se omitió o no se consideró ese alcance y siguió usándose
el mismo, aunque en el año de 1888 se usó un escudo diferente que persistió
hasta 1905. Nunca hubo un decreto o disposición oficial para ese diseño y
solamente su usaba para el papel membretado.
Escudo
del Ayuntamiento de la Ciudad de México, 1888.
|
Escudos en las esquinas del Antiguo Ayuntamiento de la Ciudad de México. |
En
conclusión, queda de manifiesto la naturaleza y función del
antiguo escudo de la Nueva España, usado aún para la actual Ciudad de México. La herencia colonial es un
producto natural asimilado. No así la naturaleza de los signos de poder que contienen
y siguen perdurando. A la misma controversia se
enfrentó España con la asimilación
de las culturas romana y árabe. Nuestra
lengua, el español, es una de las más bellas y expresivas del mundo. Si se le
llama español (propiamente debía ser castellano), es porque así la denominaron los reyes de Castilla y Aragón pues
predominaba como lengua grecorromana el “latín vulgar” y era irreversible su
uso. Así pues, hablamos una lengua que tiene origen paneuropeo, que es el latín
y que está emparentado con el griego. Además existen en el castellano miles de
palabras de origen árabe y germánicas. Las conquistas por las armas fenecieron
en su tiempo y los procesos históricos son
irreversibles. Las sociedades indígena e hispana se sumaron y enriquecieron mutuamente
y es lo mejor que prevalece del legado cultural, histórico e universal en la humanidad en
cuanto todos sus valores se incorporan, aún y a pesar de los sentimientos de
discriminación, xenofobia o ideologías radicales dañinas.
Con
todo nuestro acervo propio, sin la marca
del predominio del vasallaje pasado y caduco, se podría proponer y diseñar un
nuevo emblema, que no escudo, que identifique a la Ciudad de México. Nos sobran
recursos para hacerlo.
Noviembre
2012
Fotografías
del autor:
Fuente
del Salto del Agua.
Museo
del Virreinato en Tepotzotlán, México.
Iglesia
de San Hipólito
Águilas
del edificio del Ayuntamiento del GDF
Bandera
Cruz de Borgoña, Museo del Castillo de Chapultepec.
Estandarte de La
Nueva España, Museo del Castillo de Chapultepec.
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